viernes, 22 de octubre de 2010

Cuando un dirigente emplea repetidas veces la palabra ‘comunicación’ para explicar unos nombramientos, algo importante está sucediendo ...





Esta ha sido una semana intensa en el ámbito político, aunque la ciudadanía haya pasado en su mayoría de seguir los acontecimientos. Quizá, precisamente por esa actitud de desencanto de la mayoría de los españoles sobre la situación en general y los políticos en particular, la aprobación de los Presupuestos 2011 y la remodelación profunda del equipo de gobierno de José Luis Rodríguez esta semana cobran relevancia.

No entro en valorar a los cambios en rumbo político sino a evaluar la evidente intención del Presidente de Gobierno en cuanto a mejorar la comunicación desde La Moncloa hacia los ciudadanos.

Se hace patente que el dirigente ha sufrido un desgaste de imagen y una pérdida de credibilidad después de los últimos 18 meses de empeoramiento de la crisis económica y aumento sostenido del desempleo. Por lo tanto, era evidente que si quería seguir gobernando, debía tomar medidas para alcanzar un pacto de estabilidad mediante la aprobación de los últimos presupuestos de la legislatura. Lo que verdaderamente ha sorprendido a la mayoría aunque no a mí, ha sido que remodelara en profundidad el equipo ministerial. Los primeros sorprendidos han sido varios de los ministros salientes, que no contaban con esa decisión relámpago de Rodríguez Zapatero.

Si algo positivo hay que valorar en este dirigente, destaco su fortaleza ante la adversidad y su honestidad consigo mismo en la toma de decisiones. Si no ha estado a la altura comunicativa para transmitir a la ciudadanía un mensaje que infundiera seguridad y convenciera, en mi opinión experta, ha sido porque no ha tenido a su alcance las herramientas para expresar mejor su sincera preocupación que se reflejan en esas ojeras que ya lleva luciendo más de un año.

Creo que con los nombramientos de dos figuras creíbles y con trayectoria parlamentaria como son Alfredo Pérez Rubalcaba y J. Ramón Jáuregui Atondo. El equipo saliente que mangoneaba la comunicación desde La Moncloa había quemado todos sus cartuchos y hasta parte de la efigie del Presidente. Ahora, el nuevo portavoz debe y puede redimir esa imagen denostada. No hay mejor tándem para demostrar a la ciudadanía al Presidente de Gobierno como realmente es, resaltando esa capacidad de superación que antes mencionaba. Porque en el fondo de la cuestión, un dirigente de un país desarrollado como España, en momento tan críticos como las actuales, necesita más mostrarse con toda transparencia que ser maquillado a través de campañas engañosas de marketing.

Tienen un año por delante para persuadir a la ciudadanía y convencerles que su Presidente de Gobierno ha estado a la altura del cargo que desempeña. Todo dependerá de su destreza comunicativa transparente y su nueva estrategia en equipo para lograrlo.


Fernando Fuster-Fabra Fdz.
Experto en Comunicación Estratégica